La esclavitud fue un común en la Granada del siglo XVI.
Estaba justificada por todos incluidos los más grandes teóricos del Siglo de Oro. Este pensamiento procede en realidad del pensamiento aristotélico. Según esta idea hay que diferenciar entre las personas libres o los amos y los esclavos. Los esclavos ya nacen con esa condición de forma natural e inmutable. Del mismo modo hay que tener en cuenta la rentabilidad y los grandes beneficios económicos que aportaba la esclavitud. Cualquier opinión en contra era silenciada mediante presión.
Podríamos pensar que la Iglesia debería estar en contra de esta práctica, ya que promueve que todos somos iguales ante Cristo. Sin embargo, la realidad es otra muy diferente y es que era de las mayores propietarias de esclavos.
Por otro lado, la procedencia de los esclavos depende de cuando se estudie esta práctica. A principios de siglo y hasta 1569 procedían de África mayoritariamente. Normalmente procedían del norte raptados mediante la razzia, es decir, ataques sorpresa.
No obstante, esta situación cambió radicalmente con la sublevación de los moriscos que dio lugar a una gran disminución de la venta de esclavos africanos. De hecho, más del 90% de los esclavos pasaron a ser moriscos que venían de las faldas de Sierra Nevada. Sin embargo, oficialmente estas personas eran cristianas, ya que habían sido convertidas y esclavizar a otros cristianos no era legal.
Nada que un cambio en la legislación no pueda arreglar. Felipe II finalmente permitió la esclavitud de los moriscos que se rebelaron. De hecho, el 71% de las personas vendidas como esclavas eran mujeres. Esto evidencia que, aunque estas personas fueran bautizadas, la sociedad de la época al final nunca las iba a ver como cristianas.
Fuente: Abenxara.