El asesino de los subterráneos de Lisboa.
Diogo Alves nació en Lugo en 1810 en un pueblo llamado Santa Gertrude de Samos. Como muchos gallegos durante el siglo XIX, Diogo partió a Portugal en busca de una vida mejor y oportunidades. Finalmente se asentó en la ciudad de Lisboa. Consiguió trabajo gracias a distintas familias ricas que le prestaron ayuda. Al principio se caracterizó por ser un buen trabajador, sin embargo, su actitud pronto cambió y empezó a perder los empleos en los que le contratan. Poco se imaginaría, en aquel entonces, que ese hombre se convertiría en el conocido como primer asesino serial de Portugal.
Los métodos para asesinar de Alves no eran muy convencionales. Asesinaba en el acueducto de Aguas Libres, construido para traer agua de fuera de la ciudad porque el río Tajo tenía demasiada salinidad. El asesino asaltaba a sus víctimas en un paseo peatonal del acueducto, les robaba sus pertenencias y los lanzaba desde lo alto de la construcción.
Este método resultó bastante inteligente y puedo esquivar las sospechas ya que estos asesinatos pasaron por una ola de suicidios durante mucho tiempo.
No obstante, empezaron a ser tantos los supuestos suicidios -según algunas fuentes más de setenta- que las autoridades decidieron investigar. Cuando descubren lo que sucedió, se cerró definitivamente el acueducto en 1837. Pasaron varios años en los que Diogo siguió delinquiendo hasta que fue apresado. Diogo Alves fue condenado a morir en la horca. Su historia no termina aquí.
Diogo Alves coincidió en época con el desarrollo de la frenología, teoría que dice que se puede estudiar la forma de ser de las personas según la forma de su cabeza. Esto explica por qué la cabeza del asesino en serie terminó siendo separada de su cuerpo y conservada en la facultad de medicina de la Universidad de Lisboa, donde permanece hasta la fecha. Aunque se conservó aquí por motivos científicos, también se llegó a exponer al público en algunos lugares como la Universidad de Coimbra o el Ministerio de Xustiza.
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Fuente: Público.es