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El túnel del Rey Chico: un secreto bajo la Alhambra

Descubre la historia y las leyendas del túnel del Rey Chico, una galería bajo la Alhambra que canaliza un arroyo oculto y alimenta los misterios de Granada.

Entre la falda de la colina roja y el murmullo del río Darro se esconde uno de los rincones más desconocidos de Granada: el túnel del Rey Chico.
Quien camina por la vereda que desciende frente al actual edificio del Centro de Artes Escénicas —el antiguo edificio del Rey Chico— apenas percibe su existencia.
La maleza lo oculta casi por completo, pero si uno se detiene y escucha, puede oír el sonido del agua filtrándose entre las zarzas. Ese rumor es la primera pista.

Un pasaje oculto bajo la Alhambra

A ras del cauce del Darro, entre helechos y enredaderas, se abre una oquedad semicircular: la entrada del túnel.
Pocos la reconocen como tal, pues parece una simple surgencia natural, pero en realidad se trata de una galería subterránea excavada en la roca, de algo más de tres metros de altura.
Por su interior discurre un arroyo que, unos metros más arriba, corre a cielo abierto paralelo a la Cuesta del Rey Chico —también conocida como Cuesta de los Chinos— y que, al internarse en la tierra, se convierte en una corriente subterránea que atraviesa el corazón de la colina de la Alhambra.

La humedad perpetua de las paredes y el suelo empedrado revelan que este canal hidráulico sigue vivo.
En el fondo se escucha un estruendo grave, el golpe del agua al precipitarse en una cavidad mayor: es la caída final del sifón que transporta el arroyo desde la Torre de las Damas, donde el cauce se oculta bajo tierra, hasta este punto de salida junto al río.

Una cascada que delata el misterio

A los pies de la entrada, una pequeña cascada se derrama hacia el Darro, formando un charco luminoso entre las sombras.
Esa corriente lateral —aparentemente insignificante— es el único signo visible del túnel, una señal para quienes saben mirar con curiosidad.
Bajo esa cascada comienza un pasaje de unos cien metros de profundidad que se adentra en la colina, envuelto en oscuridad, humedad y silencio.

El espacio interior, pese a su sencillez constructiva, transmite la sensación de haber servido a un propósito preciso: canalizar el agua, protegerla y, quizá, ofrecer una vía de paso secreta entre los distintos niveles de la fortaleza.
No sería extraño. Las fortalezas islámicas solían contar con conductos de escape o abastecimiento ocultos, concebidos para resistir asedios o para mantener la discreción en los movimientos del poder.

Fuente: Archivo Granada Secreta.

Pasadizos, leyendas y la Alhambra subterránea

El del Rey Chico es uno de los pocos túneles de la Alhambra que permanecen accesibles, aunque de forma natural y sin señalización.
Otros, como los que parten de la Torre de las Damas o la Torre de Comares, se encuentran hoy sellados o bajo control arqueológico.
Esa red de pasadizos, reales o imaginados, ha alimentado durante siglos el imaginario de una Alhambra subterránea, una ciudad dentro de otra, donde aún podrían dormitar secretos del periodo nazarí.

Quizá por eso este rincón despierta tanto la curiosidad de quienes sienten que Granada no se agota en sus miradores.
Aquí la historia no se muestra: se insinúa.
El agua, el musgo y la piedra hacen de este túnel una metáfora perfecta del alma granadina: un flujo constante entre lo visible y lo oculto, entre la realidad y la leyenda.

Una experiencia para los que buscan lo que no se ve

Visitar el entorno del túnel del Rey Chico no requiere permiso ni guía, pero recorrerlo con el contexto adecuado transforma el paseo en una experiencia reveladora.
Comprender la función de estos pasadizos, su relación con el sistema hidráulico de la Alhambra y las historias que surgieron en torno a ellos, abre una nueva lectura del monumento: la Alhambra de abajo, la de las entrañas.

En Granada Secreta creemos que estos lugares —a medio camino entre la arqueología y el mito— son los que mejor explican el espíritu de la ciudad.
Por eso, en nuestro tour “Cuentos y Leyendas de la Alhambra evocamos rincones como éste: los umbrales donde la historia documentada se entrelaza con el relato popular, y donde el visitante descubre que cada piedra guarda un eco que aún habla.

Fuente: César Requesens Moll, director de Granada Secreta

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